Al margen. La voz tóxica de los vendedores de humoOpiniónPor Héctor M. Guyot
Anteayer asistimos a una muestra de populismo en estado puro. La persona más poderosa del Gobierno hace oposición en un acto grandilocuente montado en la Plaza de Mayo, en el que sueña junto a sus seguidores un futuro que los rescatará de este presente de espanto por obra y gracia de la fidelidad a los valores originales de la revolución nac&pop. En esa misa laica, la feligresía le pide a la sacerdotisa que vuelva, que sea ella quien traiga la buena nueva y encarne la redención. Pero ella no puede volver porque en realidad nunca se fue –este presente es todo suyo, como el Gobierno–, y porque los votos no le dan y su fuerza quedó reducida a su voz, que preserva sin embargo el poder de crear un más allá para ella y sus fieles, una realidad paralela en donde todos se encuentran para celebrar la fe.
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